viernes, 28 de diciembre de 2007

Un post...

Hola, personas, perros, monos, gatos, o cualquier especie vegetal o animal que lea esto!!! De antemano les advierto que no tengo nada importante en particular que decirles, así que si se paseaban por aquí buscando un post con algo más de contenido, brínquense todas las líneas de abajo y pásenle sin ver al siguiente post.
Para los ya avisados a quienes no haya hecho mella la advertencia anterior, continúo. Estoy feliz de estar aqui, porque despues de todo este es mi blog y si a mi no me gustara que sentido tendria su existencia. El teclado de la compu que estoy usando, pa los que les interese, es muy obstinado asi que no me echen la culpa a mi por no poner acentos en todo esto.
Despues de mas de veinte dias de ausencia, que probablemente nadie advirtio, pero eso que me importa, vuelvo a escribir. Lamento un poco no tener nada muy sorprendente que postear, pero que quieren, mi cerebro todavia no espabila bien, es que estos dias estuvo sometido a una gran presion ejercida por las tareas de la universidad, sobre todo, y en parte tamben por otros conflictos de los que no vale la pena hablar aqui porque este es mi blog no mi diario y es preciso establecer una diferencia.
Comprobando una vez mas lo bonito y lo facil y lo divertido que es llenar lineas y lineas in expresar nada relevante, prosigo, y no me extendere mucho mas puesto que solo traigo siete pesos y cincuenta centavos para el ciber asi que no me queda mucho tiempo: mañana me voy al D. F. de vacaciones y espero poder postearles mas adelante algo bonito sacado de alla. Deseenme buena suerte y que los dragones chinos de escamas azules les acompañen. Aqui hubiera deseado poner signos de exclamacion pero el teclado no quiere.
Abrazos

jueves, 27 de diciembre de 2007

Ante el Abismo...

No sé en dónde estoy. Ni tampoco porqué estoy aquí. Ni desde hace cuánto tiempo. Es un enorme desierto d epiedra. Piedras duras y afiladas. Polvoriento. Estoy muy cansada, y me doy cuenta de que a cada paso el aire se hace menos respirable, y cada inhala ción me resulta más difícil y dolorosa. No sé si es que realmente el aire está más enrarecido o si son mis pulmones los que se están dejando vencer por el agotamiento. Todo me duele mucho. Todo.
Hace mucho rato que dejé de caminar. Las piernas no me aguantaron más, y comencé a arrastrarme en cuanto sentí que las plantas de los pies se me habían desgastado de tanto frotarlas contra el suelo de piedra. Seguí arrastrándome así un rato más, hasta que las rodillas se me rasparon tanto que ya sólo me quedaba la carne viva. Ahora mis piernas, lo que eran mis piernas, ya no son sino dos trozos sangrientos d ecarne, y me arrastro con sólo la poca fuerza que me queda en el cuerpo, ayudándome con mis codos, ya raspados también, y mis manos sin uñas.
Es un vacío de todo, este desierto. No le sirve de nada a uno tener ojos, porque aquí no hay luz. No hay día, ni tampoco noche. Sólo una nada sin tiempo ni espacio alrededor de uno, y la sensación de haber perdido los ojos, o, mejor dicho, la sensación de no haberlos tenido nunca, como los pececillos de las cavernas o las lombrices de tierra.
Tampoco se oye ruido alguno. pero si me quedo quieta, puedo escuchar la sangre que gotea todavía de mis heridas, estas heridas que arden y que se hacen cada vez más grandes a causa de ese viento frío y ácido que a veces golpea como un látigo.
Pero no estoy sola. Mis demonios han venido conmigo. Y los llamo míos porque han nacido de mí, y son lo único que me queda. No puedo verlos, pero en la obscuridad puedo escuchar sus voces, y sus risas. Aunque me quedara sorda por completo podría seguirlos escuchando, porque están dentro de mí, jugando. Comiéndome las vísceras de dentro para afuera, con sus picos y garras de buitres.
A menudo he pensado que debo detenerme. Quedarme inmóvil sobre el suelo hasta que muera por desangramiento, por asfixia, por dolor, por hambre, por tristeza, por lo que venga primero. dejar que el viento ácido me erosione hasta convertirme en polvo ¿ para qué seguir con una lucha inútil?
Pero ya es tarde como para pensar en eso. he llegado al final. Al extender la mano ya no he encontrado piedras afiladas, ni suelo polvoriento. Extiendo la otra para confirmar. Lo mismo: nada. El desierto no era infinito después de todo. La tierra se termina aquí. Ante mí se extiende el Abismo. No hay más allá a donde ir. No hay más que hacer. El Abismo me atrae irremediablemente. Mis heridas se quedaron calladas, y las voces dejaron de doler, mientras me dejo caer en esta nada eterna, en la que no desapareceré, sino que nunca habré existido.

Psicología Vegetal...

-¡...Un momento! ¿estamos hablando de plantas como criaturas inteligentes!?
- Estamos hablando de evolución.
- ¿Es posible la evolución a ese nivel?

La doctora Nevrek lo miró fijamente.

- Profesor Thorns, mírenos a nosotros.

El profesor Thorns la miró. Le había comprendido, pero estaba acostumbrado a resistirse a creer. Después de todo, el escepticismo es una de las cualidades fundamentales de un científico. Lyan Nevrek volvió a hablar.

- Estamos aquí, mirándonos. Pensando. Hablando. ¡Desde luego que es posible la evolución a este nivel!
- Sí, sí, pero estamos hablando de plantas, y las plantas no...
- Las plantas, profesor, son un misterio. Piénselo: no las conocemos. Vivimos entre ellas, respiramos de ellas, y hasta nos las comemos. Las hemos estudiado, descrito y clasificado, durante milenios, pero no las conocemos. Ellas han seguido un camino evolutivo muy distinto del nuestro. Pudiera ser que se comuniquen en formas que los animales como usted y yo, profesor, nisiquiera nos imaginamos.
- Entonces- se rió el profesor- tal vez usted, Nevrek, llegue a ser la autora del primer tratado de "Psicología Vegetal".

Los dos rieron.
la tarde estaba tranquila. Se estaba obscureciendo. Bajo los parpadeos de las primeras estrellas, Nevrek y Thorns pensaban, mientras los árboles...
¿¿Los árboles también??

martes, 4 de diciembre de 2007

Ya se acabó la película...


Y ella no se ha dado cuenta.

Cosas que me gusta hacer...

Hay muchas cosas que me gusta hacer, estas son solo unas pocas:

1. Rascarme las cejas
2. Dibujar gatos -verdeazules o no- en horas de clase
3. Leer cuentos de Isaac Asimov
4. Sentir en mi cara el calor de las hojas de papel cuando acaban de salir de la fotocopiadora
5. Mirar una estrella y luego mirar a su lado para ver cómo se ve más brillante - ¡inténtenlo!
6. Comerme lo que se queda pegado en la sartén después de que mi mamá ha preparado chilaquiles
7. Tomarme fotos a mí misma -¡no por vanidad, de veras!
8. Tirarle migas de pan a los peces del estanque de la escuela, para ver cómo se asoman a comer
9. Imitar el sonido que hacen los leones marinos

lunes, 3 de diciembre de 2007

¿?...

Me dicen que haga un comentario, con letrotas grandes y negras que más bien parecen un imperativo que una petición. Que haga un comentario.
La cajota blanca sigue vacía y el cursor parpadeando con una impaciencia inexplicable. Me doy cuenta de que puedo usar códigos html como b, i, a. Y no sé qué son. No sé que son pero tal vez me es grato saber que puedo utilizarlos.
Escribo un comentario, a fin de cuentas, qué tan difícil puede ser. Y me dicen que puedo elegir una identidad ¿elegir una identidad? como si eso fuera posible. Y cómo voy a elegir una identidad si diana es lo que soy, diana es lo que he sido y diana es lo único que sé cómo ser y me dicen que estoy publicando como diana.
¿Porqué me piden que vuelva a escribir los caracteres del recuadro?
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doble click, no necesito vista previa
Se ha publicado su comentario. Y una vez más el acto de la comunicación se ha llevado a cabo.