El otro día estaba yo deambulando por las calles, utilizando el transporte público, sublime máquina en la que los miembros de la clase proletaria, los subempleados, las tribus urbanas y algunos parias se ven obligados a convivir y en ocasiones a recibir severas violaciones al espacio personal. No sé en qué venía yo pensando, creo que en que tenía ganas de comer pizza, cuando súbitamente algo interrumpió mis importantísimas reflexiones. Al pasar por la facultad de psicología, me llamó mucho la atención ver que los estudiantes de psicología ¡tienen un jardín de niños en sus instalaciones! Es decir, ¿para qué lo quieren? ¿acaso los observan y hacen anotaciones? ¿o les hacen pruebas psicológicas o de inteligencia y experimentan con ellos como si fueran hámsters?
Me pareció bastante perturbador.
Sin embargo, mi mente -ligeramente retorcida- no pudo evitar ponerse a pensar en ¿qué haríamos si en mi facultad también utilizáramos niños? -somos biólogos-. Para empezar, tendríamos que ir a colectarlos como hacemos en nuestros muestreos.Y hay tanta variedad de técnicas que podríamos utilizar: trampas con carnada, redes, piscinas con agua...tal vez anzuelos, arpones o dardos tranquilizantes. Luego les pondríamos algún collar de cuentas de colores. O una marca de tinta permanente. ¡O un microchip! Y los liberaríamos de vuelta. Estudiaríamos tantas cosas sobre ellos. Y si encontráramos un ejemplar muy raro, diríamos "éste va para la colección" y lo formolearíamos...
Podría ser interesante.
En fin, en realidad yo no llevaría a mi hijo a una guardería que estuviera en una facultad de psicología.¡Pero de biología menos!