jueves, 19 de febrero de 2009

Homenaje a Max Aub

Era domingo por la tarde, y el ensayo era para el lunes a primera hora. Se lo dije una vez, pero no le importó. Ya sabía que yo necesitaba concentrarme para escribir mi ensayo. Pero seguía haciendo ruido con ese estúpido violín. Sus notas pésimamente tocadas me rechinaban dentro de la cabeza, y no me dejaban oír mis propios pensamientos.
Arranqué las cuerdas y ahorqué con ellas al maldito hasta dejarlo morado. Entonces pude sentarme a terminar mi ensayo.
Lamento lo del violín, era de buena marca.

No hay comentarios: